El mohán y su cara abandonada
Por: Liseth R. Ortega
Los mitos y leyendas nacen con la finalidad de preservar la naturaleza, una idea y/o raíz de una cultura. Se conserva de generación tras generación con la ilusión de mantener vivo ese mensaje y así crear una reflexión sobre lo que se vive diariamente.
El Mohán es un personaje legendario, conocido por muchas personas que viven cerca y a lo largo del río Magdalena. Las uñas largas y sucias, cabello desaliñado a la altura de su cuerpo, pies descalzos, el enorme sobrero sobre su cabeza y la piel morena producto de los días soleados a los que se exponía, son unas de las características físicas que tiene este ser en los distintos departamentos de Colombia en los que decían verlo.
Aparte de ser un amante al tabaco y de las bellas mujeres, el Mohán tenía como fin, ser el cuidador de una da las fuentes hídricas más importantes del país, el rio Magdalena.
Detestaba que contaminaran sus aguas y las crecientes era el resultado de su ira.
Contemplaba las tardes a orillas del río acurrucado sobre las piedras y las cavernas formadas por el constante roce del agua con las grandes rocas las convertía en su casa.
La Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena (CAM) es una entidad pública que busca la forma de cuidar y preservar los recursos naturales que el Huila contiene en sus tierras. Es la máxima autoridad ambiental en la región e inició sus labores como protectores y conservadores de la naturaleza huilense en marzo de 1995.
En el año 2002, la CAM dirigido por el ingeniero Eduardo Patarrollo, con recursos propios quiso innovar haciendo una obra estratégica en la capital bambuquera de Colombia, donde le darían vida en un monumento al legendario Mohán, buscando que no solo fuera un hito para la ciudad de Neiva, sino del Huila en general. Su inauguración fue en ese mismo año para el día del Sanpedro teniendo gran acogida por la comunidad.
Su finalidad era dirigir la mirada de propios y turistas hacia la majestuosa figura del rio Magdalena y aparte de que fuera un atractivo, dejar un mensaje profundo de que, así como el Mohán, nosotros debemos ser fieles cuidadores de los recursos que nuestro departamento posee y nos da.
Rigoberto Pérez Perdomo, una de las personas encargadas en esta fascinante obra, nos contó sobre su proceso constructivo.
Él fue el encardo de fundir los cimientos de la estructura. Comentó que, del nivel del suelo del Mohán, bajaron 8 metros donde iniciaron la fundición de las columnas para garantizar estabilidad en el cuerpo de la escultura. Uno de los inconvenientes que tuvieron, fueron las grandes rocas que son usuales encontrar a orillas de grandes ríos como el Magdalena. El agua, fue también un factor difícil de estabilizar, ya que la excavación alcanzaba a estar 2 metros por debajo de la profundidad del rio. En total fueron 16 columnas fundidas y sobre estas posan los tubos metálicos que le dan forma a la torre.
Pérez Perdomo también contó, que el diseño estructural fue realizado por el calculista José Fernando Perdomo y el encargado de suministrar-ensamblar la parte metálica fue Metalpar. Lo que se conoce como el mirador, ubicado en la zona alta de la torre a 22 metros de altura, es el gran sombrero característico del Mohán.
El rostro fue obra del gran escultor huilense Emiro Garzón quien, con ansias de dar ese mensaje de cuidado y respeto hacia el río mediante su obra, le dio vida a lo que hoy lamentablemente se encuentra en abandono.
El apasionado Garzón, explico que la estructura tiene dos caras; una frontal que mira hacia el oriente de la ciudad y la otra posterior que penetra su mirada hacia el atardecer del río. Se le ve acurrucado, con las manos sobre las rodillas, porque está cuidando al Magdalena.
Este proyecto tenía una segunda fase que era el Parque Isla del Magdalena; inclusive el teleférico que pasa al otro lado del río, estuvo funcionando hasta hace unos años atrás. Ahí se apreciaban senderos ecológicos, había ciclo ruta, y un sitio adecuado para pasear a caballo.
Hace un tiempo atrás, la CAM le cedió este monumento a la alcaldía municipal, para que neivanos y visitantes pudieran seguir dando uso de este servicio, creando la posibilidad de ampliar el comercio en esta área de la ciudad, pero desafortunadamente esa labor se ha venido desvaneciendo hasta llegar al punto de ser un sitio algo solitario y peligroso.
Muchas personas de otros departamentos e inclusive países, al llegar a Neiva sienten la curiosidad de conocer el Mohán, pero es lamentable y vergonzoso que solo vean un sitio usado como baño por habitantes de la calle y estructura oxidada.
Tenemos muchos tesoros culturales, pero ese valor lo suelen dar las personas que no viven aquí.
¿Qué se debe hacer, para no dejar perder esta hermosa obra de arte?