LA CRISIS QUE VIVE LA IGLESIA CATÓLICA: UN ROSTRO MÁS DE LA CRISIS DEL MUNDO ACTUAL.
Por: Carmelo Otálora Figueroa.
Con la visión de un ciudadano de a pie, miembro de la iglesia, escribo esta columna. No soy un practicante asiduo, pero veo en ella, un referente importante de la historia. Valoro sus logros como mecenas del arte y la cultura, el ceremonial propio de sus ritos, sus sincretismos, el papel protagónico en la educación clave en nuestra identidad, el aporte a la arquitectura que dio paso a los estilos barroco, gótico y colonial, que hoy admiramos, su magnífica obra social y los aportes silenciosos de tantos sacerdotes e instituciones, encaminados a paliar la injusticia y desigualdad.
En dos mil años de historia, hay también lunares, puntos oscuros inocultables. La inmoralidad en materia sexual, por parte de algunos prelados y sacerdotes característicos de ciertos momentos de su historia, que ya desde Lutero y San Francisco se señalaban y hoy son su talón de Aquiles. Su simbiosis con el poder político, lejano al espíritu del evangelio, que la llevaron a pecados inmensos como la inquisición y las cruzadas. Sus silencios ante genocidios como el ocurrido en la segunda guerra mundial, por los que ha pedido, público perdón.
Hoy, se libra en los medios de comunicación un debate álgido que resulta de abrir la caja de pandora, dejar sueltos y a la vista de todos, los crímenes de pederastia cometidos por algunos prelados y sacerdotes. El problema no es nuevo, ha estado presente en su devenir, tolerado y mantenido a fuego lento gracias a los misteriosos hilos del poder. Visibilizarlo en este momento, es un asunto de gran complejidad, que mueve los cimientos de la iglesia. Las Nuevas tecnologías están cambiando el manejo de la información. Lo anterior sumado el alto grado de libertad característico de las ideas liberales que se imponen en el mundo, crean el clima propicio de la crisis. Hoy, todo está en duda y es susceptible de cambiar: mitos, ideologías, relatos… Un poder inusitado tiene la opinión a través de las redes sociales y un panorama incierto traza el discernir entre tantas mentiras y pocas verdades que se pregonan.
Le corresponde al Papa Francisco y al clero, encontrar un camino en la misteriosa telaraña de fuerzas que se vive en el Vaticano. Tal vez, muchas cosas de su relato deban revisarse y adaptarlas a un mundo que cambia ante nuestros ojos. Asuntos puntuales como el celibato para consagrados, tal vez deba revisarse. La sexualidad es una de las mayores fuerzas que determinan el actuar de los seres vivos y su represión causa aberraciones.
Los sueños de Francisco, acerca de una iglesia sencilla y cercana a los pobres, parecen opacarse ante el problema, pero hay que tener confianza en su misión.
La conferencia sobre protección de menores en instituciones eclesiásticas, convocada en el Vaticano y que en éste momento se adelanta, puede dar luces, ante este problema. “Si no logramos ir hasta el fondo en la cuestión de los abusos, no recuperaremos la credibilidad y la pureza de la misión de la Iglesia”, reconoce el Jesuita Federico Lombardi, encargado de moderar el encuentro.
Soñar con una iglesia renovada, creíble, sin lastres, sintonizada con las necesidades del mundo actual debe ser un sueño de todo católico.
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