¡Que retumben las tamboras!
Por: Delimiro Moreno
Hace 40 años, en 1979, en el emblemático Teatro Pigoanza, cuya suerte lamentamos hoy, el sanjuanero de José Miller Trujillo CUANDO RETUMBAN LAS TAMBORAS obtenía el primer premio del concurso de Composición Musical, hoy venido a menos por quienes dirigen un Festival que se pretendía folclórico del Huila, y envían al cuarto de San Alejo el que debería ser su acto central. Celebramos esos 40 años.
Y acaba de culminar la 59ª versión del Festival creado en 1960 – y realizado por primera vez en 1961- con el fin de convertir en un espectáculo de masas, atractivo para los turistas, la tradicional festividad popular de San Juan y San Pedro, cuyas raíces se pierden en el tiempo.
Como el festival está en el corazón del pueblo opita, nada ni nadie podrá sacarlo de allí y suprimirlo. Por eso, siempre será un éxito, mayor o menor, es cosa subjetiva en la opinión de cada cual. Para unos, los que accidentalmente los dirigen, extraordinario; para otros, menos, según les vaya en la programación y organización, lamentablemente 59 veces improvisada porque sus directivos, cada vez, se niegan a aprender de las experiencias anteriores, no tiene memoria histórica de su desarrollo, e improvisan “a ver cómo sale”. Son muchos quienes tratan de cambiar algunas cosas; buscan quitarle su música y poesía –los rajaleñas, los bambucos fiesteros, los sanjuaneros, los pasillos, para imponerle otras expresiones foráneas –el vallenato, el reguetón, qué sé yo-, los cuales bien podrían organizarse en otras épocas y con otros motivos, pues nadie les niega su derecho a expresarse; pretenden cambiar las costumbres gastronómicas, quitarle el protagonismo a la carne de cerdo –el “asao”, la lechona, etc.- por la carne de res, más internacional y que bien podría promoverse también en otras temporadas, pues tienen sus aficionados y nadie pretende quitarles ese derecho.
Pero el San Pedro es la fiesta folclórica de los opitas y tienen ellos –no yo, que soy paisa y no he renegado de mis ancestros- el derecho a defender sus tradiciones y a exponerlas públicamente en un festival creado originalmente para eso.
El San Pedro y su Festival Folclórico, necesitan, al llegar a sus 60ª versión, una reingeniería casi total por la desnaturalización a que lo han llevado en ciertos aspectos. No es posible seguir con el hecho evidente de que el Reinado, ajeno a su esencia popular tradicional, sea el acto principal y casi único del Festival. Ya se inició con la proclamación de la pareja mejor intérprete del sanjuanero, en los certámenes infantil y popular. El sanjuanero lo bailan DOS personas y no puede seguir siendo norma que se corone una, y que al otro, se le llene, pero de dinero. Hay que acabar también con ese negocio. Cada pareja única. Nada de que un señor se baile cuatro o cinco candidatas por una suma determinada. Que lo importante sea el arte; no el dinero.
El San Pedro no lo acaba nada; ni un reinado. ¡Que sigan retumbando las tamboras!