REVOCATORIA Y DIGNIDAD
Por: María Eugenia Herrera Gutiérrez
Desde la Constitución Política de 1991 se estableció que Colombia es un Estado Social de Derecho, en los artículos 40, 103 y 259 de la misma, se establece que como mecanismo de participación ciudadana es posible realizar la revocatoria del mandato en los casos que presupueste la ley, para tal efecto la ley 134 de 1994, modificada en el año 2015 por la ley 1757, establece las condiciones para que dicho mecanismo de participación del ciudadano sea efectivo.
En sola una oportunidad en la historia del país se dio la revocatoria a un alcalde, ocurrió en Boyacá, tal vez lo veamos como el símbolo de lo que puede ocurrir en el país, pues no en vano Boyacá representa el ejemplo de un pueblo digno y capaz de enmendar sus errores participando democráticamente de las decisiones que le afectan.
Se hace necesario que el ciudadano reconozca que el voto, es el mayor y único soporte para la realidad política que vivimos en medio de esta pandemia. A través del voto, el ciudadano demuestra que tiene el poder para elegir a sus representantes, a diario se reconocen las falencias en la implementación de ese Estado Social de Derecho, y cómo cada una de las necesidades básicas son insatisfechas y utilizadas por los mandatarios en algunas ciudades y pueblos del país, para lucrarse y acrecentar sus patrimonios.
En época de pandemia los Huilenses han podido echar de menos las buenas prácticas de administración en lo público, en varias administraciones municipales, por lo que plantean en la revocatoria del mandato de varios alcaldes locales la salida a décadas de olvido, sometimiento y burla con la que han sido tratados.
Escasez de empleos formales, falta de incentivos para la reactivación económica, falta de planeación, aumento en las cifras y estadísticas de seguridad, deficiencia en las medidas para contener la pandemia, los sobrecostos en las entregas de las ayudas humanitarias, así como la poca empatía de los mandatarios con sus administrados, hoy podrían estar pasándoles la cuenta de cobro a los alcaldes.
Tal vez, en muchas localidades no prospere el llamado a revocar el mandato, lo cierto es que su ejercicio como mecanismo de participación ciudadana, significa dignidad: DIGINIDAD al intentar sacar adelante el proceso, dignidad cuando a un pueblo se le ha engañado, dignidad cuando se ha pretendido de muchas maneras ser escuchado frente a las necesidades primarias insatisfechas, dignidad de saber que cuando las campañas empiezan, las promesas abundan.
La revocatoria del mandato de un gobernante en época de pandemia no obedece más que al sentir de la indignación y dolor con la que un pueblo es tratado por quien juró defender y cumplir la Constitución y la ley. Por ello en esta época histórica de la humanidad, la dignidad del ser humano se reevalúa, urge sea exigida y la ciudadanía debidamente organizada puede demostrar una vez más que su dignidad será reivindicada.